esa gran desconocida.
Porque se nos inculca que debemos ser súper mamás, desde el embarazo estás obligada a seguir siendo la misma mujer de antes porque si sientes molestias, cambios o temores ya no estarás a la altura de lo que se esperaba de ti.
Somos las grandes olvidadas, hasta nosotras mismas nos olvidamos de querernos, de cuidarnos, de detenernos a mirarnos...
Nace nuestro bebé y eres la mujer más feliz de la tierra, pero de repente te das cuenta de que ya no sabes cuantos días llevas sin peinarte...
¿Cuándo fué la última vez que te sentaste a tomar un café con una amiga? ¿En qué momento se te olvidó que tu también te necesitas?
Si, tu también te necesitas... ¡y mucho!
He vivido la maternidad de dos maneras muy distintas, en la primera era inexperta y el miedo se apoderó de mí, además me vi cargando con todo el peso porque la otra parte, digamos que le vino bastante grande su nueva vida y estaba claro que yo no podía tener fallos, ni bajones, ni necesitar tiempo para mi porque eso en una madre "está mal visto"
.
En muchas ocasiones me sentí muy sola, había traído a lo más bonito de mi vida para sentirme triste.
Que importante es tu círculo en esto... y es que la maternidad no te anula, te anulas tu, te anula tu familia, tu amiga, tu novio o marido... y solo te anularan si tu les dejas.
Por eso es tan importante este día, porque nos queda mucho por trabajar, te pueden anular miles de cosas pero no es la maternidad.
La maternidad es maravillosa
y solo tu puedes disfrutar de ella como te mereces si aprendes a detectar esas situaciones
que de alguna manera se han convertido en nuestra "normalidad" y han conseguido que ni tu ni yo nos acordemos de como éramos antes de toda esta montaña rusa de emociones
que trae consigo la que debería ser la etapa más bonita de nuestra vida.
Mi primera maternidad fué difícil, porque a pesar de saber que aquello no estaba bien fingía una vida "perfecta" para poder ser la madre que la sociedad espera que seas
y aún así recibía críticas todos los días, nunca nada estaba del todo bien y ni yo misma aceptaba que no podía llegar a todo.
Que bien me hubiese venido en aquel momento alguien que me explicara esto, alguien que me contara que lo que sentía era normal
y que no tenía porque taparlo, que esas situaciones no eran como debían ser... cuanta falta me hacia en aquel momento que este día hubiese tenido más ruido para llegar a todas aquellas madres que pasan por momentos como el que estaba atravesando yo, aunque reconozco que alguien me lo insinuó en alguna ocasión pero no quise escuchar lo que era tan evidente.
Y es que cuando estás inmersa en toda esa vorágine de sentimientos no ves más allá de las cuatro paredes que te protegen del mundo cada día.
No fué hasta años más tarde, cuando gracias a una buena psicóloga me di cuenta de todo lo que había pasado y de cómo lo había normalizado.
Mi segunda maternidad fué muy distinta, sabía lo que quería y como lo quería, tenía muy claro que nadie me haría sentir mal por nada porque hiciera lo que hiciera iba a ser decisión mía y nadie sabe mejor lo que necesita su bebé que su propia madre.
Tuve al mejor compañero tanto en el embarazo, como en el parto, como en lo que llevamos compartiendo esta maravilla de paternidad... y así descubrí el poder de la palabra.
Porque como ya he dicho antes, la maternidad no te anula, te anula toda esa serie de situaciones o personas que te rodean, incluso tu misma puedes anularte sin ser consciente de ello
y en ese momento entra en juego tu familia, tus amigos o tu pareja... quien sea que tenga una palabra bonita, un gesto amable, un reconocimiento a lo bien que lo estás haciendo.
Si, mi segunda maternidad fué preciosa, no imaginaba vivir así cada etapa de esta aventura, pero aún así hay momentos en los que necesitas ese apoyo para seguir adelante...
Porque por muy bonito que sea tu embarazo, por muy especiales que sean esos primeros meses, por muy padrazo que sea tu compañero de vida o por muy madraza que seas tu, siempre vas a necesitar que alguien te lo recuerde de vez en cuando.... porque la maternidad es así, no hay perfección, no hay reglas, no hay horarios ni fechas... la maternidad es todo un mundo por descubrir disfrutando de cada instante y sin escuchar nada que no vaya a sumar para seguir cuidando de ti y de tu bebé.
Así que cuando veas a una mami o a una mujer embarazada se siempre amable, no la juzgues, no le des consejos si no los pide, no sabes lo que puede estar pasando detrás de esa fachada.